lunes, 5 de febrero de 2018

Canadá, Dawson City.


La pista de tierra que une Alaska con Dawson City en Canadá, discurre por altas cumbres en un paisaje despejado, ralo y de escasa vegetación.







Una pista para hacerla despacio y que dure y así disfrutar de esa soledad que no hemos tenido en nuestro recorrido por Alaska.







Bajando de las montañas el rio Yukón nos corta el paso, en la otra ribera se encuentra Dawson City.







En un pequeño transbordador cruzamos este gran rio. Durante el invierno la carretera permanece cerrada y el transbordador sin servicio pues el rio se congela.







Dawson City cobro importancia durante la fiebre del oro del Klondike en 1898, cuando la población se disparo y paso de ser un pastizal de alces a una ajetreada metrópolis de unos 40.000 habitantes.







En aquellos tiempos la única manera de acceder a la ciudad era a través del rio Yukón. Unos descendiéndolo desde Carcross y otros remontándolo desde su desembocadura en el Mar de Bering.




Los vapores impulsados por sus grandes ruedas fueron los protagonistas de aquella invasión minera. El S.S.Keno convertido en museo ha quedado como testigo de ese pasado.










La oficina de información ocupa uno de los edificios históricos.







Quizás el personaje más relevante de todos aquellos que acudieron a la llamada del oro fue el escritor Jack London, algunos de sus celebres libros estuvieron inspirados en sus vivencias con los mineros. Un museo y su cabaña lo recuerdan.







Dawson City nos recuerda a las antiguas películas del oeste, sus calles polvorientas, sus aceras de madera y como no, su casino salón, con mesas de juego, ruleta, pianista y chicas de cancán.







Todas las noches, en la temporada de verano, un divertido espectáculo nos transporta a los tiempos de la fiebre del oro.







Aquí también coincidimos con otros viajeros europeos. Nuestros camiones llaman mucho la atención, ya que a este lado del Atlántico no existen.




Al atardecer, desde la cima de la montaña que resguarda a la ciudad, una panorámica nos permite ver el Klondike que se une al Yukón.




También desde lo alto se divisan algunas minas que todavía siguen en explotación.




Fue tan importante para esta región la fiebre del oro, que todavía en las matriculas de sus coches recuerdan al Klondike y sus mineros.




Atrás dejamos la ciudad continuando paralelos al rio Klondike.




Por un viejo puente de madera nos desviamos hacia el norte, para entrar en el Parque Territorial Tombstone, por la pista que llega hasta Inuvik, la única que permanece practicable todo el año cruzando el círculo polar ártico.










En su centro de interpretación se exponen algunos fósiles de cuando estas tierras estaban habitadas por castores gigantes y mamuts lanudos.










La pista de tierra nos adentra a través de montañas que nos sorprenden por sus colores ocres, cenizas o violetas.










Pasado el parque, la carretera continúa hacia el norte, por un escenario salvaje y desértico.










El duro paisaje está dominado por la yerma y helada tundra, con bosques sub-árticos. Por falta de tiempo no podemos continuar hacia Inuvik, en las proximidades del círculo polar ártico nos despedimos del gran norte.










Regresamos a la Klondike Highway y tomamos dirección a Watson Lake.







La fiebre del oro ya ha pasado pero quedan los esqueletos de sus maquinarias y sus viejas cabaña, atrapados por la vegetación como monumentos decadentes del pasado.







Ahora la carretera bordea el rio Yukón.




Poco después llegamos al famoso paso “ Five finger” los cinco canales entre rocas que hicieron zozobrar numerosas embarcaciones de mineros.










Los incendios forestales en Canadá son tremendos y numerosos.




Nos despedimos por última vez del poderoso Yukón, testigo imperturbable de la historia de estos territorios.




Mapas del recorrido.







Filopensamientos y otras cosas……………..

Me convertí en vagabundo por la cantidad de vida que había dentro de mí, por la pasión de viajar que palpitaba en mi sangre y que no me dejaba tranquilo. 

Emprendí camino porque no pude evitarlo, porque no llevaba en los bolsillos de mis vaqueros suficiente dinero para un billete de tren, porque no poseía el mismo carácter que aquellos que trabajan toda su vida en un único empleo de largas jornadas laborables. 

Y en fin, porque es simplemente más fácil irse que quedarse.


Jack London, The Road

1 comentario:

  1. Buenas, me llama la atención la "falta de tiempo" para llegar a Inuvik....jeje

    Aun así, menudo recorrido por el Yukón.

    Suerte y como siempre mis mejores deseos de ruta !!!!

    Un abrazo.

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