lunes, 16 de octubre de 2017

Canadá, Columbia Británica.


Antes de entrar en las Rocosas, paramos en el pueblo de Hinton para pedir información de la zona.







La misma Highway 17 que cruza todo Canadá pasa por el norte de esta famosa cordillera.







Quedamos fascinados por la grandiosidad de estas escarpadas montañas, únicas en todo Canadá.







Pero al mismo tiempo nos impresiono también la cantidad de turismo que abarrotaba la ruta. Estamos a mediados de julio y casi parece Benidorm.







Ahora vamos de paso hacia Alaska y esperamos volver en Septiembre cuando el turismo haya bajado. Pero no podemos evitar hacer algún sendero como el del rio Fraser.







Unos kilómetros después, la carretera pasa cerca del monte Robson, que con sus 3.954 m. es el más alto de las Rocosas.







En todos los kilómetros de las llanuras centrales, no hemos visto ningún animal, ahora, saliendo del parque este oso nos alegra la mañana.










A solo unos diez kilómetros del monte Robson llegamos al bosque de cedros del monte Terry Fox.







Unos espectaculares y gigantes ancianos que sobrecogen por su tamaño.







Dejamos atrás las Rocosas y la carreta continua hacia Príncipe George, paralela al rio Fraser.







Príncipe George, con sus 72.000 habitantes, es la última ciudad importante de Columbia Británica en nuestra ruta hacia Alaska.




A partir de aquí la circulación de vehículos baja considerablemente, teniendo una mayor sensación de soledad.




Quizás también los animales lo aprecian porque casi todos los días nos cruzamos con alguno.







Estamos cerca de Príncipe Ruper en el Pacifico, donde termina la carretera y la línea férrea que cruzan este país de una costa a la otra.




Desde la carretera, a la salida de la población de Smithers, vemos colgado de las montañas el glaciar Gulch.







En Kitwanga dejamos la Trans-Canada y nos dirigimos hacia el norte por la carretera Cassiar-Stewart.




Poco a poco el tráfico y las poblaciones casi desaparecen, las altas montañas envuelven el paisaje y por primera vez, desde que estamos en Canadá, sentimos esa sensación de soledad y grandeza que pudieron sentir los pioneros.










Los aborígenes de la costa del Pacifico eran excelentes talladores como podemos apreciar en estos tótem.




En la aldea de Kitwancool todavía quedan artesanos de esta primitiva forma de arte.




Los tótem nunca estaban asociados a la religión, en ellos se tallaban animales, personas o figuras mitológicas, asociadas al clan familiar.




A unos 10 kilómetros se encuentra el lago del mismo nombre. Una pista de tierra lo bordea y allí pasamos la noche contemplando su serena belleza.










Desde que dejamos las Rocosas estamos en la provincia de Columbia Británica. El norte es de las zonas menos pobladas y más salvajes de lo que hemos visitado hasta ahora en Canadá.




Esta región alberga un espeso bosque ecuatorial, pues las cálidas aguas del Pacifico norte moderan el clima.







Es sin lugar a dudas la zona donde más animales salvajes hemos visto y siguen siendo igual de imprevisibles. Acercándonos a comer a la orilla del lago Meziadin, vimos un oso merodeando por unas casas deshabitadas.
















La carretera continúa atravesando altas montañas con sus penachos nevados que se resisten al paso del verano.







A lo largo de esta ruta unas pequeñas gasolineras ofrecen todos los servicios, tienda, restaurante, motel…..




Pero lo mejor de la ruta son los numerosos osos que estamos encontrando.










Mapas del recorrido.







Filopensamientos y otras cosas…………………….

La Columbia Británica constituye la región de mayor diversidad ecológica de Canadá.

La elevada pluviosidad y el clima templado han hecho posible la existencia de frondosos bosques de cedros, piceas y pinos, con sus elevados abetos de Douglas.

Bajo la bóveda húmeda del bosque habita una variedad enorme de helechos, musgos y flores silvestres.

La escasa densidad demográfica, desde Príncipe George hacia el norte, facilita un mejor hábitat para la vida salvaje.