lunes, 26 de junio de 2017

Canadá, bahías del norte deTerranova.


Del parque nacional Gros Morne nos dirigimos a la península de la Bahía Verde.







La carretera atraviesa la densa tundra y numerosos lagos que todavía a mediados de mayo permanecen helados.







Necesitamos llenar el depósito de agua y buscamos un camping,  pero el turismo aun no ha llegado y  no han abierto. Como este, en un bello paisaje junto un lago.










Los bosques permanecen cubiertos de nieve y las motos son el mejor medio para adentrarse en ellos.




 La carretera desciende en picado hacia la comunidad de pescadores de Seal Cove en White Bay.







Una imagen vale más que mil palabras y estas fotos muestran la dureza del clima de esta tierra.







Que se ve agravado por la corriente de Labrador que arrastra los hielos árticos hacia las costas de Terranova.







Aunque la temporada de la langosta ya ha comenzado, estas nasas esperan en el puerto a que los hielos se retiren para ser caladas.







Lo mejor de tener una casa rodante es que por unos días nos podemos convertir en un vecino más del pueblo.




A pesar de la nieve y del frio, ha merecido la pena venir en estas fechas para sentir un poco la dureza del clima y la belleza de sus paisajes.




La Bahía Verde es un fiordo, donde el mar se adentra en la tierra unos 18 kilómetros. Los pequeños iceberg cubren sus aguas y podríamos cruzarlo andando.










Al día siguiente nos dirigimos al otro extremo de la península donde se encuentra el pueblo de La Scie. Desde la carretera vemos el océano helado hasta donde alcanza la vista.







Nos instalamos al final de la bahía, encima de los acantilados, donde una simpática pareja regenta un pequeño camping del que somos los únicos clientes.







Desde aquí parten unos senderos que recorren las calas y acantilados de este parque provincial, las vistas sobre el océano helado son soberbias.





Hacia el otro lado del camping tenemos una panorámica del pueblo, con los pequeños iceberg que entran o salen de la bahía movidos por la marea.




Otro sendero nos conduce hasta un lago cercano que provee de agua el pueblo.







Como nos cuesta abandonar este paisaje helado, tan desconocido para nosotros, decidimos hacer otra incursión hacia el pueblo de Pacquet.




Con un último y sorprendente recorrido de unos cuatro kilómetros por los acantilados de la costa de este Pequeño Norte nos despedimos de los hielos.







Aunque no se aprecian en las fotos, en la lejanía si contamos hasta cinco de los grandes iceberg. Unos 40.000 iceberg se desprenden de los glaciares de Groenlandia todos los años, de ellos entre 400 y 800 llegan a estas costas arrastrados por la corriente de Labrador.




Desde la bahía de Pacquet iniciamos el regreso hacia el sur.






Cuando nos alejamos de la helada costa, los bosques del interior ya empiezan a verdear con la llegada de la primavera y es entonces cuando los esquivos alces se dejan ver.







A orillas de Deer Lake, el lago de los ciervos, pasamos la noche. Debe su nombre a estos cérvidos  que antaño cruzaban por él en su trashumancia. Ahora solo quedan las gaviotas.




En esta ruta tuvimos la suerte de ver otro alce. En esta época del año es cuando empieza a crecerle la nueva cornamenta.







Nuestra estancia en la isla de Terranova llega a su fin cuando entramos otra vez en el Puerto de los Vascos.










Al día siguiente embarcamos hacia la provincia de Nueva Escocia en este moderno barco.







Mapas del recorrido.







Filopensamientos y otras cosas…………



Este año hemos ampliado el sistema de navegación.

Además de nuestro querido y fiable GPS Garmin 276C, que tan buen servicio nos ha prestado, sin ningún problema en los cinco años que llevamos, hemos añadido una tablet con GPS de 10 pulgadas.

El GPS funciona con mapas Mapsource y nos hace todas las funciones de un GPS calculo de rutas, distancias, waypoint, guardar los track…..

En la tablet llevamos los mapas de Mapsme (no necesita conexión a internet) y hemos ganado en tamaño de pantalla y rapidez de acceso, facilitando sobretodo la navegación en grandes ciudades, aunque no deja de ser un tontón.




lunes, 12 de junio de 2017

Canadá, Parque Nacional Gros Morne, Terranova.


Cuando arribamos a la isla no nos extrañó el nombre de su población  “Port aux Basques”, sabíamos de la importancia que tuvieron los pescadores de ballenas vascos en la historia de esta isla, que desde 1526 pescaban estos cetáceos en sus costas.




La carretera  discurre hacia el norte y nos lleva a la población de Deer Lake.




Aquí comienza la Ruta de los Vikingos. En el año 1001 Leif Erikson hijo del famoso vikingo Erik el Rojo navego entre azulados iceberg y cabalgando por olas gigantes , dio con los acantilados de Terranova.




En la actualidad, uno de sus principales atractivos es el Parque Nacional Gros Morne. Dicen que es el más bonito al este Canadá.







 El centro de visitantes nos ofrece información sobre los múltiples recorridos que en él se pueden hacer.







El parque se encuentra en un bonito enclave entre fiordos, montañas, playas y pequeños pueblos de pescadores.










Como estamos a mediados de mayo la temporada todavía no ha comenzado, la mayoría de los camping están cerrados y hay muy poco turismo. Por esta razón nos dejan acampar libremente.





Dentro del parque existen varias comunidades. Como la de Rocky Harbour que extiende sus coloridas casitas de madera alrededor de una azulada bahía.








Un paseo por su costa nos lleva a la punta del cabo donde se alza el faro.








En estas pequeñas poblaciones, hasta los cementerios tienen un lugar relevante, integrados y abiertos, siempre con muy buenas vistas.





Hay en este parque numerosas rutas de senderismo, que con distinta dificultad, te llevan a descubrir los más bellos lugares de Gros Morne. Todas ellas perfectamente señalizadas y acondicionadas. Como esta de Bakers Brook Falls de 10 km.











Los campings están especialmente cuidados, con cabañas, zonas para acampada y parquin para caravanas. Como este junto a un lago.








Ha comenzado la temporada de la langosta y es una buena razón para enriquecer nuestra dieta. A falta de los tradicionales ingredientes termino siendo una mezcla entre caldereta y arroz y marisco.








El parte meteorológico daba lluvias para hoy y posible nevada en la noche, pero a primera hora de la mañana empezó a  nevar.








Para no estar todo el día encerrados en el camión, decidimos salir del parque hacia el norte buscando un lugar llamado Los Arcos.








Nunca podíamos imaginar que en el mes de mayo y pegados al mar íbamos a encontrar tanta nieve.








Cuando llegamos a los arcos de caliza, que dicen que podrían tener más de 400 millones de años, una fuerte ventisca azotaba la costa y era difícil distinguir la tierra del mar.








Como la tormenta se ponía seria, buscamos un lugar que estuviera protegido del viento, ya que este hacia que la sensación térmica fuera de varios grados bajo cero.











Al día siguiente seguía nevando, aunque la ventisca había remitido. Era una gozada, todo cubierto de nieve, aunque nos costaba ver por dónde iba la carretera.











Cuando entramos al pueblo de Cow Head las quitanieves ya habían limpiado la carretera. En invierno tienen que trabajar 24 horas todos los días.








Un estrecho istmo une el pueblo a una pequeña isla donde se encuentra el puerto.











Ha sido un regalo esta nevada que nos ha permitido ver otra cara de este bello parque.











Una pequeña excursión nos lleva a Broom Point, donde desemboca un rio salmonero. En esta playa cazaban focas los esquimales 300 años a.c.











Ahora nos vamos al oeste del parque, al otro lado del fiordo. Después de dos días de sol la nieve ha desaparecido en gran parte de la cara sur de las montañas.





La carretera discurre paralela al brazo sur del fiordo de Bonne y llegamos a Woody Point, un pueblo de pescadores con un puerto protegido a todos los vientos.








La ultima ruta que queremos hacer antes de irnos es subir a Lookout Hill, que como su nombre indica, tiene una de las mejores vistas del parque. Un cartel al comienzo del sendero nos avisa que hay osos en la zona, aunque tuvimos la suerte o la desgracia de no ver ninguno.





Esta ruta discurre por la cara norte de la montaña y está a tope de nieve. Menos mal que ha salido un buen día y no hace frio.








Según ascendemos la nieve acumulada es mayor y a veces nos hundimos hasta las rodillas, como el cartel indicador de la ruta que tiene un metro y medio.








A merecido la pena el esfuerzo porque realmente las vistas se lo merecen.









Mapas del recorrido.








Filopensamientos y otras cosas…………….

El espectacular paisaje del Parque Nacional Gros Morne cuenta la historia de la transformación de la tierra.

Estas viejas y erosionadas montañas de 500 millones de años nos muestran geológicamente el resultado de la colisión de los continentes y nos ilustran como un viejo libro sobre la teoría de las placas tectónicas.

Este parque fue calificado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad por su excepcional belleza natural y por revelar los ejemplos geológicos más significativos de las diferentes etapas de la evolución de la Tierra.