lunes, 24 de abril de 2017

Letonia y Lituania.


Siguiendo el recorrido natural de los países Bálticos, dejamos atrás Estonia y entramos en Letonia (Latvija en idioma letón).







Dicen que Cesis es el pueblo más letón de Letonia.







Su castillo, con sus dos recias torres, domina el casco antiguo y en él se ubica el museo de historia y arte de Cesis.










A los pies del castillo se extiende el bucólico lago de los nenúfares, donde nadan unos cisnes negros.










Muy cerca del castillo se encuentra la iglesia de San Juan.




Nuestra siguiente parada es el parque nacional de Gauja. (N57 14 00.3 E25 02 20.0)










Uno de los muchos senderos señalizados que existen en el parque, nos conduce a las antiguas bodegas de piedra, que se construyeron en el siglo XVIII.










Otro de los recorridos a pie nos adentra en el bosque, con grandes cercados al aire libre, donde deambulan alces, castores, ciervos, bisontes, linces y jabalíes.










Sigulda es una pequeña ciudad de 18.000 habitantes, que aquí se la conoce como la Suiza letona, situada junto al rio Gauja.




Tres castillos de más de 800 años rodean la ciudad.







Varios circuitos a pie recorren los principales lugares de interés.










Estamos a mediados de octubre y el tiempo es frio y lluvioso cuando llegamos a Riga.




La capital del país se alza a orillas del rio Daugava y se la conoce como “la Paris del norte” o “la ciudad que nunca duerme”







Tiene la mayor y más impresionante muestra de arquitectura “art nouveau” de Europa.







Merece la pena pasear sin rumbo por las tortuosas calles empedradas del núcleo medieval.










El canal de la ciudad encierra el casco antiguo.





Dejamos atrás Riga y con rumbo sur cruzamos la frontera de su hermana báltica Lituania.







Unos kilómetros antes de llegar a Siauliai, en lo alto de una pequeña colina, surge un inusual monumento, consistente en miles de cruces plantadas por un sinfín de peregrinos.




Pequeñas aldeas salpican la verde campiña.







A lo largo de la ruta seguimos viendo grupos de cruces.




En la población de Plateliai se encuentra el centro de visitantes del parque nacional de Zemaitija.







Situado en una recóndita zona del parque, se encuentra una antigua base de misiles nucleares soviética, de comienzos de la década de 1960, hoy convertida en un museo sobre la guerra fría.







Es interesante visitar este museo y contemplar el interior de los bunkers de misiles. Esta base subterránea tenía poder como para destruir casi toda Europa.










Allí conocimos a Maria, Walter y Benji, una pareja de suizos con su perro que comenzaban su andadura por Europa.




Desde aquí nos dirigimos hacia Klaipeda en la costa del Baltico, para visitar el parque nacional del istmo de Curlandia, al cual solo se puede acceder cruzando en un ferri.




Este parque se formó por las corrientes marinas y el viento, que fueron acumulando arena hasta crear una cadena de dunas que forman un dique natural que protege a un lago interior.




Y aunque creen que es un fenómeno único en el mundo es igual al que tenemos en la Manga del Mar Menor de Murcia.




Dentro del parque existen pequeñas y bien cuidadas poblaciones dedicadas al turismo.







Esta manga de dunas, hasta Nida, la última población de Lituania, tiene una longitud de 50 km.







El 70% de su superficie lo forman pinares donde habitan ciervos, alces y jabalíes. Las dunas llegan a alcanzar una altura superior a los 60 metros.







Lituania comparte este istmo, recorrido por una carretera en toda su longitud, con la región rusa de Kaliningrado a la que solo se puede acceder  si dispones del visado ruso.




Mapas del recorrido.








Filopensamientos y otras cosas………….

Resulta sencillo agrupar en un mismo todo a Estonia, Letonia y Lituania. Tres pequeños estados en el rincón del continente, a orillas del mar Báltico. Y aunque en realidad sean distintos comparten un destino único al encontrarse en una encrucijada entre algunas de las potencias más feroces de la historia mundial.

Suecia, Polonia y Rusia incorporaron sus territorios a sus crecientes imperios en diferentes épocas, mas tarde potencias como la Unión Soviética o la Alemania nazi también las invadieron.


Todas ellas dejaron una marca indeleble a su paso, desde los túmulos funerarios de las antiguas tribus paganas o los altos castillos de piedra y las agujas de las catedrales de los reinos medievales, hasta las casas señoriales de los feudales y las estructuras cuadriculadas de la época soviética.