miércoles, 20 de diciembre de 2017

Alaska, Valdez.


Dejamos las montañas Wrangell y nos dirigimos  hacia el sur por la Richardson highway, camino de Valdez. Aquí todas las carreteras tienen nombre propio.




Alguien escribió  “El peor invierno que pase en mi vida, fue un verano en Alaska”. Y aunque ha sido un verano fresco, de pijama y edredón, las temperaturas se han mantenido entre  5 y 20 grados.




Unos 50 km. antes de llegar a la ciudad paramos en el glaciar Worthington.




Es uno de los más accesibles de Alaska. Su lengua queda a una corta caminata desde la carretera.




Nosotros fuimos un poco más arriba andando por sus campos de hielo.







Este glaciar es especialmente espectacular por la cantidad de agua que mana de él. 







Poco después se llega al paso Thompson, que con sus 800 m. de altura, ofrece una panorámica del rio Lowe. Un bonito camino aéreo entre las montañas y el cielo.







Llegando a Valdez, la carretera y el rio Lowe se encajonan en el espectacular cañón Keystone. Altas paredes de roca desde donde se precipitan  numerosas cascadas.










Valdez nació en 1778 como un territorio de caza y pesca y como zona de comercio de cobre, jade y pieles. Su bahía cerrada por altas montañas es  un perfecto puerto natural.













En 1790 el español Salvador Fidalgo vino a cartografiar la zona y la denomino Valdez en honor del marino español Antonio Valdez y Basan.










De mayo a septiembre se celebra el campeonato anual de pesca deportiva. Que abundancia de peces deben tener estas aguas para capturar estos magníficos ejemplares.




El campeonato se basa en las capturas de este pescado blanco denominado halibut y el premio para el ganador es de 10.000$




Al norte de la ciudad hay una antigua pista que va bordeando el arroyo Mineral. Es una buena ruta para bicicleta de montaña.










A los osos les encantan las frutas silvestres y pensábamos que podríamos ver alguno, pero nos tuvimos que conformar con comérnoslas nosotros.




Se asciende por un valle con numerosas cascadas.










Durante los días que permanecimos en Valdez coincidimos con un rodeo al más puro estilo americano.













Demostrando entre otras sus habilidades con el lazo o la monta de toros.










Saliendo de Valdez por la carretera del aeropuerto, a solo 11 km., llegamos al lago donde desemboca el glaciar Valdez.







Antes de llegar se pasa por una gravera poco idílica, pero la vista del lago con los hielos flotando merecen una visita.







Al otro lado de la bahía, en las proximidades de la piscifactoría,  encontramos una colonia de leones marinos.







Desde finales de julio hasta finales de septiembre, los salmones regresan a desovar y morir a su lugar de nacimiento.




Remontan sus ríos de nacimiento para llegar a los tranquilos lagos  donde desovan. Los alevines permanecerán dos años en estas aguas dulces y después descenderán hasta llegar al mar.




Allí vivirán a miles de kilómetros en las corrientes frías del océano hasta que su reloj biológico les diga, después de tres años, que tienen que regresar. Todavía se desconoce el sistema que utilizan para encontrar el camino de vuelta al rio que los vio nacer.




Millones de salmones se convierten en el esperado mana que como todos los años  alimentara a osos, leones marinos, gaviotas……..y como no, al hombre.













Las hembras desovaran 4.000 huevos. Desde ese mismo día servirán de alimento a otros seres vivos y después de seis años de vida solo conseguirán volver a desovar cuatro.







Fue trágico contemplar como miles de salmones se peleaban por alcanzar las exclusas artificiales que les llevarían a su muerte voluntaria en la piscifactoría, en este caso, su lugar de nacimiento.







Sin duda la pesca es una de las fuentes de riqueza de Alaska. Desde nuestro observatorio, entre las brumas del amanecer, vemos la columna de humo de las factorías de Valdez donde preparan el pescado para comercializarlo.







Mapas del recorrido.







Filopensamientos y otras cosas………..

En 1853 estallo la guerra de Crimea, que enfrento a Turquía, Francia e Inglaterra por un lado, con Rusia por otro. Por aquel entonces, sorprendentemente, los americanos eran fieles aliados de los rusos.

Esta guerra dejo tan diezmadas las arcas de los rusos, que les propusieron la venta de Alaska a los americanos. Pero corría el año 1861, que fue el comienzo de la guerra de secesión americana y estos no estaban para compras.

La alianza rusa era tal que enviaron su flota a aguas americanas para apoyar a los del norte contra una posible incursión europea, especialmente de Gran Bretaña y Francia.

La opinión generalizada era que en Alaska ni siquiera había renos, tan abundantes en otras zonas septentrionales. Algunos expertos aseguraron que en esa parte del Ártico no podía haber minerales ni yacimientos de valor.

Fue el senador William Seward quien tuvo la clarividencia de las ventajas de esta compra que nadie quería.

El 18 de octubre de 1867 Estados Unidos se hizo cargo de Alaska, por poco más de siete millones de dólares, en lo que entonces llamaron el disparate de Seward o la nevera de Seward.

Años después se darían cuenta de que por un precio irrisorio habían comprado un emporio de riqueza, madera, oro, petróleo……