viernes, 3 de junio de 2016

China, ciudades y monasterios medievales.


La antigua ciudad de Lijiang, Patrimonio de la Humanidad desde 1999, ofrece la mayoría de las imágenes típicas de China de su arquitectura tradicional.







Con laberínticas callejuelas empedradas y edificios de madera, permanece casi intacta desde tiempos remotos.









Si es verdad que estar al lado del agua trae buena suerte, entonces Lijiang es muy afortunada. Esta atravesada por una red de canales que antaño llevaban el agua potable a la ciudad desde la fuente termal de Yuquan.










En el centro se encuentra la  animada plaza del mercado viejo, donde antes se reunían los comerciantes naxi y ahora está llena de tenderetes de recuerdos.







Los restaurantes de la moderna ciudad que la rodea, montan atractivos reclamos para los numerosos turistas que acuden a visitarla.




La carretera de Lijiang a Panzhihua que discurre por altas montañas, nos ofrece la posibilidad de captar algún bonito paisaje.







Una peligrosa y estrecha carretera donde nos cruzamos con cientos de enormes camiones chinos, que nos obliga a tener que realizar comprometidas maniobras para poder avanzar.




Los cielos en China hace tiempo que dejaron de ser azules.




A partir de Panzhihua retomamos las nuevas carreteras chinas, todas ellas autovías de peaje. Y como contrapunto a estas colosales obras de ingeniería, equipos de barrenderos con improvisadas escobas limpian los arcenes de las autopistas.




Continuamos hasta Xichang donde pasamos la noche acampados junto al parque del lago Qionghai. Todas las ciudades disponen de este tipo de parques, donde al atardecer la gente viene a pasear, a practicar taichí, a volar cometas….










Nuestra próxima parada son las montañas Emei donde se concentran sus famosos y antiguos templos budistas.







Como viene siendo habitual, hordas de turistas chinos invaden estos sitios históricos convirtiéndolos en atracciones turísticas. Pero aquí los monasterios están tan dispersos que todavía quedan senderos solitarios que conducen a ellos.


 





Uno de los templos ocultos en medio del bosque es el de Fuhu. La densa vegetación y la niebla del amanecer, contribuyen a darle un aire etéreo a este lugar.







 La iconografía de esta religión es difícil de entender para unos profanos como nosotros.



También visitamos el templo de Baoguo, construido en el siglo XVI.








Destacan en él sus jardines de plantas exóticas.




Coincidiendo con nuestra visita asistimos a una ceremonia ofrecida a los difuntos. Una china sentada a nuestro lado nos sorprendió hablando en español, pues había estudiado en una universidad de Madrid, y nos explico toda la ceremonia. 




A tan solo 40 km. de las montañas, llegamos a la ciudad de Leshan.







El orgullo de esta ciudad es el Gran Buda tallado en un acantilado, en la confluencia de los ríos Dadu y Min. La visita a esta espectacular talla se puede realizar a pie o desde un barco por el rio.




Este Buda fue tallado hace 1200 años para calmar las rápidas aguas de los ríos y proteger a los barqueros de las corrientes. Tiene 71 m. de altura y el ancho de sus hombros es de 28 m., las orejas miden 7m. y los dedos de sus pies 8,5 m.




Esta escultura es en la actualidad el buda más grande del mundo, desde que los talibanes destruyeran el que ostentaba el titulo.




Pero como viene siendo habitual en este país, el entorno del monumento con líneas de alta tensión y la ciudad con sus grandes edificios…….degrada el valor de tan imponente figura.




Continuando hacia el norte llegamos a la moderna y populosa ciudad de Chengdu con 14 millones de habitantes.







Conocida sobre todo por la proximidad al parque nacional Wolong la mayor reserva de osos panda del país. Aunque en el 2008, a causa del terremoto que daño el parque, estos se reubicaron en la zona de Bifengxya, donde se encuentra el centro de conservación de osos panda.







El centro acoge cerca de 50 pandas gigantes y panda rojos y tiene como objetivo conseguir su reproducción.










Seguimos rumbo noreste hasta la ciudad de Guangyuan, 300 km. más de aburrida autopista.




Al día siguiente nos esperan otros 450 km. para llegar a la legendaria ciudad de Xi’an.






Antiguamente conocida como Chang’an, era el final de la ruta de la seda. Y aunque sus días de gloria acabaron en el siglo X, todavía permanecen casi intactas sus murallas.







Hoy en día, se ha convertido en una moderna capital de provincia con más de ocho millones de habitantes.




 Donde encontramos los signos más avanzados del consumismo con las construcciones más tradicionales.







Dentro de las murallas todavía se puede encontrar los vestigios del pasado en su barrio musulmán.







Un laberinto de callejuelas llenas de vendedores ambulantes exponiendo sus mercancías.




El metro nos conduce de nuevo a nuestro parking en el tercer anillo de circunvalación de la ciudad, invadido ya de nuevas construcciones.






 Mapas del recorrido.






Filopensamientos y otras cosas…………

China parece atrapada en un torbellino de desarrollo, donde algunos viajan en coches de diez cilindros mientras una inmensa mayoría acaba de cambiar la bicicleta por pequeñas scooter eléctricas.

Donde los cielos han dejado de ser azules.

Donde el paisaje es transformado por enormes excavadoras.

Donde la naturaleza se falsea con lagos artificiales y rocas de mentira.

Donde un estado protector y policial controla hasta sus pensamientos.

Donde todos llevan teléfonos de última generación pero no tienen acceso ni a Facebook ni a Google.

Donde ruinas y monumentos se convierten en atracciones de feria.

Su mundo se acaba en sus fronteras, los de fuera solo les interesamos para vender sus baratijas.


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