La antigua ciudad de Lijiang, Patrimonio de la Humanidad desde
1999, ofrece la mayoría de las imágenes típicas de China de su arquitectura
tradicional.
Con laberínticas callejuelas empedradas y edificios de madera,
permanece casi intacta desde tiempos remotos.
Si es verdad que estar al lado del agua trae buena suerte,
entonces Lijiang es muy afortunada. Esta atravesada por una red de canales que
antaño llevaban el agua potable a la ciudad desde la fuente termal de Yuquan.
En el centro se encuentra la
animada plaza del mercado viejo, donde antes se reunían los comerciantes
naxi y ahora está llena de tenderetes de recuerdos.
Los restaurantes de la moderna ciudad que la rodea, montan
atractivos reclamos para los numerosos turistas que acuden a visitarla.
La carretera de Lijiang a Panzhihua que discurre por altas
montañas, nos ofrece la posibilidad de captar algún bonito paisaje.
Una peligrosa y estrecha carretera donde nos cruzamos con cientos
de enormes camiones chinos, que nos obliga a tener que realizar comprometidas
maniobras para poder avanzar.
A partir de Panzhihua retomamos las nuevas carreteras chinas,
todas ellas autovías de peaje. Y como contrapunto a estas colosales obras de
ingeniería, equipos de barrenderos con improvisadas escobas limpian los arcenes
de las autopistas.
Continuamos hasta Xichang donde pasamos la noche acampados
junto al parque del lago Qionghai. Todas las ciudades disponen de este tipo de
parques, donde al atardecer la gente viene a pasear, a practicar taichí, a
volar cometas….
Nuestra próxima parada son las montañas Emei donde se
concentran sus famosos y antiguos templos budistas.
Como viene siendo habitual, hordas de turistas chinos invaden
estos sitios históricos convirtiéndolos en atracciones turísticas. Pero aquí
los monasterios están tan dispersos que todavía quedan senderos solitarios que
conducen a ellos.
Uno de los templos ocultos en medio del bosque es el de Fuhu.
La densa vegetación y la niebla del amanecer, contribuyen a darle un aire
etéreo a este lugar.
Coincidiendo con nuestra visita asistimos a una ceremonia
ofrecida a los difuntos. Una china sentada a nuestro lado nos sorprendió
hablando en español, pues había estudiado en una universidad de Madrid, y nos
explico toda la ceremonia.
El orgullo de esta ciudad es el Gran Buda tallado en un
acantilado, en la confluencia de los ríos Dadu y Min. La visita a esta
espectacular talla se puede realizar a pie o desde un barco por el rio.
Este Buda fue tallado hace 1200 años para calmar las rápidas
aguas de los ríos y proteger a los barqueros de las corrientes. Tiene 71 m. de
altura y el ancho de sus hombros es de 28 m., las orejas miden 7m. y los dedos
de sus pies 8,5 m.
Esta escultura es en la actualidad el buda más grande del
mundo, desde que los talibanes destruyeran el que ostentaba el titulo.
Pero como viene siendo habitual en este país, el entorno del
monumento con líneas de alta tensión y la ciudad con sus grandes edificios…….degrada
el valor de tan imponente figura.
Continuando hacia el norte llegamos a la moderna y populosa
ciudad de Chengdu con 14 millones de habitantes.
Conocida sobre todo por la proximidad al parque nacional
Wolong la mayor reserva de osos panda del país. Aunque en el 2008, a causa del
terremoto que daño el parque, estos se reubicaron en la zona de Bifengxya,
donde se encuentra el centro de conservación de osos panda.
El centro acoge cerca de 50 pandas gigantes y panda rojos y
tiene como objetivo conseguir su reproducción.
Antiguamente conocida como Chang’an, era el final de la ruta
de la seda. Y aunque sus días de gloria acabaron en el siglo X, todavía permanecen
casi intactas sus murallas.
Hoy en día, se ha convertido en una moderna capital de
provincia con más de ocho millones de habitantes.
El metro nos conduce de nuevo a nuestro parking en el tercer anillo
de circunvalación de la ciudad, invadido ya de nuevas construcciones.
Filopensamientos y otras cosas…………
China parece atrapada en un torbellino de desarrollo, donde
algunos viajan en coches de diez cilindros mientras una inmensa mayoría acaba
de cambiar la bicicleta por pequeñas scooter eléctricas.
Donde los cielos han dejado de ser azules.
Donde el paisaje es transformado por enormes excavadoras.
Donde la naturaleza se falsea con lagos artificiales y rocas
de mentira.
Donde un estado protector y policial controla hasta sus
pensamientos.
Donde todos llevan teléfonos de última generación pero no
tienen acceso ni a Facebook ni a Google.
Donde ruinas y monumentos se convierten en atracciones de
feria.
Su mundo se acaba en sus fronteras, los de fuera solo les
interesamos para vender sus baratijas.
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