martes, 28 de junio de 2016

Mongolia, tierra de leyendas.


Entramos de nuevo en Mongolia el 28 de abril del 2016.  Han pasado casi dos años de nuestra anterior visita cuando cruzábamos por el oeste procedentes de Kazajstán y Rusia.
El paso aduanero de  Zamiin Uud, resulta un poco pesado por lo caótico de sus instalaciones.




La arena acumulada en la carretera nos recuerda que seguimos en el desierto de Gobi.




Zamiin Uud es un pequeño pueblo con una única calle principal, donde aprovechamos para cambiar dinero y poner operativo el teléfono.




Después la línea negra de la carretera se pierde en el horizonte de las infinitas tierras pardas del desierto de Gobi.







Pero las condiciones extremas de esta inhóspita tierra no son razón para pensar que no exista vida.







Los duros nómadas, con sus ger (casa tradicional mongola) llevan adaptados al medio, prácticamente sin cambiar sus costumbres, desde hace milenios.




Cada viaje y cada estación hacen que la percepción de un país sea distinta. En nuestro anterior recorrido de casi 4000 km alrededor de Mongolia no conseguimos ver una sola gacela.







La gacela mongola habita desde el norte de China hasta ciertas regiones de Siberia.




En China todos los días era un problema encontrar un buen parking para pasar la noche, por el contrario Mongolia, que es el país con menos densidad geográfica del mundo, cualquier lugar es bueno para acampar.




Sainshand es la primera población que encontramos a 216 km. de la frontera.




Aquí nos desviamos 51 km. hacia el sur, para visitar el monasterio Khamriin Khiid. Una nueva carretera asfaltada nos conduce a un desértico paraje  (N 44º 35’ 47.1’’ E 110º 16’ 25.6’’)







Danzan Ravjaa fue un monje budista  que construyo el templo en 1853. Fue destruido cuando la invasión soviética en 1930 y ahora se ha vuelto a reconstruir ya que es un monje es muy venerado.







El día de nuestra visita era sábado y coincidió con la llegada de numerosas familias. Dentro del templo se respira un ambiente festivo y relajado. Los monjes recitan sus mantras, las familias se fotografían y los niños corretean.










La globalización y su dios el marketing conquistan hasta los rincones más apartados del mundo.




Alrededor del monasterio se extiende el desierto. Junto él, unos campamentos de ger hacen las veces de hotel y acogen a los peregrinos.







Hace tres años cuando pasamos por Turquía conocimos a Cemal y Secil que trabajan para la televisión turca, haciendo documentales sobre naturaleza. Han pasado todo el invierno en Mongolia y sabiendo que hemos cruzado la frontera, vienen desde Ulan-Bator a reunirse con nosotros. Lo celebramos junto con los austriacos Wolfi y Verena, con un suculento desayuno turco.







Juntos recorremos los alrededores donde se hallan algunos restos de dinosaurios y troncos de árboles petrificados de hace 65 millones de años.







También visitamos las cuevas donde los monjes se retiraban a meditar y se sometían a la prueba de ayuno de 108 días (número mágico budista). La cueva se cerraba con una gran piedra y durante los 40 primeros días tomaban un poco de arroz, los restantes solo agua. Si salían con vida eran venerados como notables budistas.







Al día siguiente salimos todos hacia Ulan-Bator. La primavera mongola es muy cambiante e imprevisible con fuertes vientos, ese mismo día nos vimos atrapados en una tormenta de arena.







Al caer la tarde desaparece y acampamos en el desierto, bajo un cielo despejado que al anochecer se cubre con millones de estrellas.







Pero el buen tiempo dura poco y al día siguiente tenemos la otra cara de la moneda con una fuerte ventisca de nieve.







Nos dirigimos hacia el norte y la tormenta que viene del este arrastra a los animales hacia el oeste. Continuas manadas cruzan la carretera.







Hasta las gacelas se desplazan buscando refugio, pero al otro lado de la carretera las detiene la valla de la via férrea del transmongoliano.







El tren transmongoliano une Moscú con Pekín en seis días de viaje cruzando 1000 km de estepas mongolas.




El manto de nieve embellece el paisaje, la temperatura desciende rápidamente, mientras a los animales adaptados al medio, no parece importarles demasiado.










Si esto ocurre a principios de junio, como serán los crudos meses del invierno.







Por la tarde las condiciones mejoran y en el pueblo Nalaikh nos desviamos hacia la entrada del parque nacional Terelj.







Junto al rio Tuul pasamos la noche con nuestros amigos turcos.







Esa noche las temperaturas bajan por debajo de los 0º y el gasoil que echamos en China, que no está preparado para estas temperaturas, se congela obstruyendo los filtros. Con la ayuda de Cemal que nos trae 200 litros de gasoil y sustituyendo los filtros conseguimos resolver el problema. Pero como seguíamos llevando un tercio de gasoil Chino, para bajar el punto de congelación de la mezcla de los dos, le agregamos 7 litros de gasolina.




A solo 35 km. de este parque se encuentra Ulan-Bator, la capital de Mongolia.







Nuestros amigos Cemal y Secil tienen que continuar su viaje hacia Rusia y aquí nos toca despedimos de ellos. Esperamos volvernos a encontrar en algún otro lugar del mundo.




Mapas del recorrido.








Filopensamientos y otras cosas…………

Temujin tuvo una infancia marcada por el asesinato de su padre y la persecución de su familia y desde muy joven simultaneó una política de alianzas y el hostigamiento a sus enemigos.

En 1206 unifico todos los clanes bajo su liderazgo. Sus vasallos lo rebautizaron como Gengis Kan que significa Soberano Universal.

La política expansionista de Gengis Kan tuvo su origen en 1218, cuando las autoridades de Samarcanda mataron a una embajada mongola. Gengis Kan respondió arrasando la ciudad y pasando a cuchillo a todos sus habitantes. Aquel éxito desvelo dos hechos: la vulnerabilidad de las ciudades y la riqueza que acumulaban.

Como una pesadilla estos temidos jinetes, a lomos de sus pequeños pero resistentes caballos, ondearon sus estandartes de muerte desde el mar de China Meridional al mar Báltico. El mayor imperio conocido.

Sin embargo, cuando regresaron a las estepas centro asiáticas no quedo resto de su pasado, no construyeron ciudades, no trazaron carreteras, no levantaron acueductos………ni siquiera escribieron  la historia. Quizás por eso su descripción es tan crítica, tratándolos de sanguinarios y bestiales.


Fue una expansión veloz pero efímera. Uno de los consejeros de Gengis Kan lo explico así: “Hemos conquistado un imperio a caballo, pero es imposible gobernarlo a lomos de caballo”.