domingo, 24 de agosto de 2014

La legendaria Samarcanda.


De Bujara tomamos la carretera que con rumbo sur nos conduce a Shakhrisabz, donde en 1336 nació Tamerlán.




Aquí se hizo construir su palacio de verano, del que apenas quedan los muros del arco de entrada. Pero tuvo que ser impresionante pues la altura de estos sobrepasa los 40 m. se emplearon más de 25 años en su construcción y se decía de él que tenia mas esplendor por cm2 que cualquier otro en Samarcanda.




Cuando nosotros lo visitamos la plaza la estaban remodelando. Un grupo de mujeres limpiaban de escombro los alrededores.





Al otro lado de la ciudad se encuentra la mezquita Kok Gumbaz, construida en 1437.








Frente a ella el mausoleo del Jeque Shamseddin Kulyal, que fue el tutor espiritual de Timur y de su padre.





También se hizo construir una sobria cripta subterránea, con la intención de ser enterrado aquí. Pero como murió inesperadamente en un crudo invierno, la nieve impidió que sus restos pudieran ser trasladados desde Samarcanda.





Continuando hacia Samarcanda la carretera asciende hacia lo alto del puerto de 1650 m., donde comienza la región y comprendemos la dificultad del traslado de Timur.








En el puerto nos quedamos a pasar la noche aprovechando la buena temperatura que hay a esta altitud, porque aunque estamos a principios de junio el calor ya se hace notar.





A estas alturas el pasto todavía se mantiene verde y tienen abundante agua de las estribaciones del Pamir.





No sabemos por donde entro Ruy Gonzalez de Clavijo, después de 16 meses de viaje, pero nuestra entrada en la esperada y soñada Samarcanda, no pudo ser más surrealista. Calles bacheadas, estrechas y destartaladas nos dan la bienvenida. No hay nada de romanticismo.





Y entonces, como surgido de la nada, una impecable y limpia avenida nos lleva directamente al corazón de la ciudad. Delante nuestra, como una aparición, las tres madrazas de la plaza Registan surgen con su imponente magnitud.





El Registan constituye  el conjunto de monumentos más emblemáticos de Samarcanda e, incluso de Uzbekistán.








Son tres impresionantes madrazas o escuelas coránicas, del más puro estilo timurida.





Estas construcciones se caracterizan por sus fachadas de azulejos de colores, cúpulas azuladas y el pishtak, el arco sobre la puerta principal de entrada a los recintos, entre dos minaretes.








La madraza Tilla-Kari ,que se encuentra situada entre las otras dos, se termino de construir en 1660 y su mezquita está recubierta de oro, que simbolizaba la riqueza de Samarcanda en aquel tiempo.








Todas las madrazas tienen un patio central al que convergen las habitaciones de maestros y alumnos, biblioteca….





La ciudad está siendo remodelada y los alrededores de todos los monumentos decorados con fuentes y jardines, que hacen su visita muy agradable.





De nuevo, tuvimos la suerte de encontrarnos unos viajeros españoles. Con estos asturianos compartimos historias de viajes. Para nosotros, después de tantos meses fuera de España, es un gustazo hablar español con unos paisanos.





Desde la plaza Registan  un moderno paseo ajardinado nos conduce  a la zona noreste de la ciudad.








La mezquita Bibi-Janym resalta con su impresionante mole, es la más alta de Samarcanda.





Bibi-Janym era la esposa china de Tarmelan y cuenta la leyenda que la mando construir como una sorpresa al emperador a la vuelta de una de sus sangrientas expediciones. El arquitecto se enamoro de ella y se negó a terminar la obra si no le daba un beso. Al enterase Tamerlam, lo mando ejecutar y encerró por vida a su esposa.





En el barrio antiguo se encuentra la necrópolis o Avenida de los Mausoleos.





Una serie de tumbas de miembros de las familias reales y otros personajes notables de la época de Timur y su nieto Ulugbek.





Los interiores  están ricamente ornamentados.





En la parte nueva de la ciudad visitamos el mausoleo de Gur-e-Amir, en persa “la Tumba del rey”.








Esta cripta alberga la tumba de Timur y algunos familiares, su nieto Ulugbek, sus hijos Shah Rukh y Miram Shah, así como sus dos maestros Umar y Baraka.








Saliendo de la ciudad se encuentra el Museo del Observatorio de Ulugbek dedicado al sultán astrónomo. Fue un adelantado de su época y sus descubrimientos astronómicos le costaron la cabeza.





Continuando hacia el noreste nos dirigimos a Taskent, la capital. La carretera, aunque asfaltada, sigue estando muy bacheada y ondulada y a más de 60 km/h se tiene la sensación de perder el control del camión. Los controles se suceden a lo largo del país, como este antes de llegar a la ciudad.





 Para los uzbecos el gas es su mayor fuente de energía, la visión de la tubería amarilla nos persigue a lo largo de todo el país. ¡¡¡ Ya la podían haber enterrado!!!





Nuestra visita obligada a Taskent es para obtener los visados de Tayikistán y Kazakstán. Como en esta ciudad tampoco hay camping, desde Turquía no hemos encontrado ninguno, una calle sin salida frente a la embajada de Tayikistán nos sirve de aparcamiento. (N 41º 16’ 54.0’’ E 69º 15’ 45.7’’)
Estos visados, aunque son fáciles de obtener, sus trámites llevan 4 o 5 días cada uno. Mientras tanto nos dedicamos a conocer la ciudad.





La embajada de Kazakstán se encuentra a solo 2 km. de la primera. (N 41º 17’ 48.4’’ E 69º 16’ 41.4’’)
Un diez por ciento de los uzbecos se declara cristiano ortodoxo y el resto son musulmanes suníes.





Taskent, que significa “La ciudad de piedra” tiene unos 2.500.000 de habitantes. Un claro exponente de ciudad soviética con amplias avenidas y zonas ajardinadas, donde no hay atascos ni en las horas punta, pero con unas distancias enormes para recorrerla a pie.





Cuenta con una buena línea de metro heredada de tiempos pasados, con una fuerte vigilancia policial. Hasta las fotos están prohibidas.








Como todo aquí, sus parques ocupan una extensa superficie o como el de la foto, que abarca varios lagos.





En el centro de la ciudad se encuentra el parlamento, así como los mejores jardines, los museos y el palacio Romanov.







A mediados de junio, el calor se hace notar en la ciudad. El fin de semana buscando una mejor temperatura nos vamos hacia el este y pasado el pueblo de Parkent, nos instalamos junto a un arroyuelo a 1250 m. de altura. (N 41º 18’ 49.4’’ E 69º 51’ 02.2’’)








En los alrededores hay un lugar de peregrinación, en lo alto del monte con una bonita mezquita.





Una vez obtenidos los visados, dejamos la ciudad y nos dirigimos hacia la frontera, con el recuerdo de Tarmelan el emir árabe que dómino el Asia Central.





Más de dos horas nos llevo realizar los trámites de salida y no fue por falta de personal ya que había funcionarios por todas partes. Además de los correspondientes  sellos y firmas, nos hicieron pasar un exhaustivo registro y lo que nunca nos había pasado en ningún país, volver a pagar por la aduana 260 dolares.





Mapas del recorrido.










Filopensamientos y otras cosas………………….

Amir Temur conocido como Timur o Tamerlan, fue el caudillo de unas tropas mongolas, que consiguió reunir bajo su mando el más vasto imperio conocido de Asia Central.

Sus dominios abarcaban lo que hoy ocupan Turquía, Siria, Egipto, Irán, Irak, Asia Central, Afganistán, Armenia, Georgia, Azerbaiyán, Pakistán y los territorios que englobaban las ciudades chinas de Turfan y Kashgar.

Ruy Gonzalez de Clavijo llego a Samarcanda el 8 de septiembre de 1404, pero no pudo entrevistarse con Timur. Este había partido hacia la conquista de China, pero la peste acabo con su vida cerca del rio Syr Darya.

La embajada no se consumo, pero Clavijo dejo escrito, en el que sería el primer libro de viajes de la literatura castellana, los esplendores de aquella Samarcanda, donde florecían la literatura, la pintura o la astrología. Pero también de la crueldad de su emperador, sus campañas causaron más de 17 millones de muertos.

Su maldad parece no tener fin. En 1941 el antropólogo ruso Mijail Gerasimov, abrió la tumba de Tarmelan y entre otras cosas descubrió que medía 1,72, una gran estatura para sus tiempos. También encontró una inscripción  augurando una invasión por un enemigo más temible que él, si alguien profanaba su tumba. Al día siguiente Hitler invadió la Unión Soviética.