jueves, 24 de abril de 2014

Turquía, Anatolia central .


Capadocia continua pareciendo un mundo perdido cuando el viajero lo divisa por primera vez, es un paisaje fantasmagórico que haría las delicias de un niño, ya que parece un mundo mágico habitado por duendes y hadas, que podrían aparecer y desaparecer en cualquier momento por los orificios de la roca que tiene al lado.

Sus valles rocosos con iglesias, siendo Göreme el más famoso; su principal rival el valle de Ihlara, un lugar mucho mejor para pasear. Otros valles como el de Zelve y el de Soganli hacia el sur de Ürgüp, las ciudades subterráneas y su artesania……… Capadocia requiere varias semanas para explorarla.




Se estima que hay un total de 3.000 iglesias escavadas en la roca, construidas entre los siglos X al XII.




Muchas de ellas todavía conservan su ricos y coloridos frescos.




En la entrada de muchas de ellas, hay excavados apretados nichos, seguramente de los personajes más relevantes de la aldea.




Algunas iglesias cuentan a su vez con un monasterio, donde vivían los monjes bizantinos.




La planta baja estaba ocupaba por la iglesia.




El acceso al recinto de los monjes estaba bloqueado por una enorme piedra circular que solo se podía mover desde el interior y para ello eran necesarios cuatro o cinco hombres.




Desde allí por una angosta escalera se accedía a la vivienda de los monjes. En aquella época todavía eran perseguidos por los árabes.




El refectorio ocupa un importante enclave, una gran mesa cortada en la roca, con su banco alrededor.




Capadocia es un lugar para descubrirlo andando. Son muchos los senderos que nos conducen a lo largo de sus valles. El Valle Rosa, por el color de su roca, así como sus diversas construcciones, nos pareció muy interesante.




A lo largo del recorrido entramos en algunas iglesias y casas abandonadas.







Caminamos por los túneles por donde conducían el agua y discurrían sus senderos.




Pero los tiempos cambian y ahora el turismo necesita además nuevas y excitantes sensaciones,  una nueva manera de ver Capadocia.







Colorean con sus enormes balones el amanecer de estas blancas tierras. Llegamos a contar más de 60 globos en el aire y eso que estamos en temporada baja.







Pasamos unos días en el Kaya Camping de Göreme, cerca del Museo al aire libre y con unas bonitas vistas al valle. N 38º 38’ 13.3’’ E 34º 51’ 15.2’’




A unos 30 km. de Nevsehir, se encuentra la ciudad subterránea de Derinkuyu, donde dejaron sus huellas hititas, romanos y bizantinos.




En la región de Capadocia existen 36 ciudades subterráneas. Constituyeron para los primeros cristianos, un elemento de propagación secreta de su fe y de la práctica del culto, además de un lugar seguro para protegerse de todo tipo de ataque exterior.  En los siglos VI y VII, sirvió también de refugio contra las invasiones árabes.




Las proporciones de esta ciudad subterránea son colosales, bajo tierra desciende 20 pisos, sus galerías y estancias cubrían un área aproximada de cuatro km2 y tenía  capacidad para albergar a unas 10.000 personas.







Existían varias chimeneas de ventilación así como pozos de agua interiores. En el último piso se encuentra una iglesia en forma de cruz que mide 25 m. de largo, 10 m. de ancho y 3 m. de altura.




A unos 40 km. de DerinKuyu llegamos al Valle de Ihlara. Escavado por el rio Melendiz alcanza una profundidad de 150 m.




En sus escarpadas paredes se ubican decenas de iglesias, aunque la mayoría de ellas están bastante deterioradas.







El recorrido junto al lecho del rio merece por si solo la visita al lugar, al mismo tiempo que vas descubriendo casas e iglesias escavadas en la roca.







Dejamos Capadocia y nos dirigimos hacia la capital Ankara a unos 270 km. al noroeste. La carretera discurre cerca del lago salado Tuz Gölü.




Nuestro paso por la capital es obligatorio para obtener los visados de Irán, Turkmenistán y Uzbekistán.




En la embajada de Irán (N 39º 54’ 05.4’’ E 32º 51’ 47.7’’) nos informan que había que solicitar un número de registro a Irán, a través de una agencia de viajes. Como normalmente tarda 10 días nos fuimos hacer el visado de Uzbekistán ( N 39º 52’ 19.9’’ E 32º 51’ 50.2’’) ya que de Turkmenistán,  solo dan el de transito y si se tiene el de Uzbekistán. Mientras tanto nos dedicamos a conocer la ciudad empezando por el Mausoleo de Ataturk, con su enorme plaza de ceremonias con capacidad para 15.000 personas.




Este soberbio monumento se alza en una colina rodeado de jardines. Su avenida principal está flanqueada por 25 leones que simbolizan el poder y la fuerza en la mitología turca.




En el interior un solemne museo recrea en multitud de escenas y cuadros la vida de Ataturk  y la guerra de la independencia.




La parte alta está dominada por el salón de honor al que se accede por las puertas de bronce. En el interior destaca el sarcófago de mármol de una sola pieza de 40 toneladas.




Después de siete días de espera nos dieron el visado de Uzbekistán e iniciamos los trámites del de Turkmenistán,( N 39º 53’ 19.5’’ E 32º 52’ 19.0’’) los cuales tendremos que terminar cuando lleguemos a Irán.
En la parte antigua de la ciudad se elevan las murallas del siglo VII.







Durante los 19 días que permanecimos en la capital, utilizamos como camping un céntrico parking al aire libre, que nos permita desplazarnos a pie por toda la ciudad.  (N 39º 54’ 22.6’’ E 32º 52’ 01.0’’)




La mezquita Kocatepe, aunque es de reciente construcción, merece una visita.




 De enormes proporciones, construida en mármol en el interior resaltan sus coloridas vidrieras así como la decoración de cúpulas y pilares.




Con rumbo este dejamos la moderna, limpia y bulliciosa capital y nos dirigimos al pueblecito de Bogazkale a unos 200 km. Junto a él se alza  Hattusa, la capital del imperio hitita.  (N 40º 01’ 16.5’’ E 34º 36’ 50.7’’)




En el 1400 a.C. se encontraba en todo su esplendor, dominando un poderoso imperio que se extendía desde Chipre hasta el mar Egeo.




Su majestuoso emplazamiento y la impresionante extensión de la antigua ciudad (unos tres kilómetros de diámetro) no tienen rival. Recorriendo los restos de las murallas lo primero que encontramos es la puerta del León.




En la zona más alta de la ciudad se conserva en perfecto estada un túnel de 70 metros que cruzaba las murallas.




Alrededor de este túnel las proporciones de la muralla son colosales.




La curiosa mampostería multiangular de los hititas,  la llamaron ciclópea los antiguos griegos, que vivieron aquí 500 años más tarde y que pensaron que este tipo de construcción solo podía ser obra de una raza de gigantes desaparecida.







En una cámara de culto se conserva en buen estado la escritura jeroglífica.




A dos kilómetros se encuentra el templo de piedra de Yazilikaya, el principal centro religioso de los hititas.







A unos 40 kilómetros en dirección a Corum llegamos a la pequeña aldea de Alacahoyuk  que tiene un pequeño e interesante museo junto a otro asentamiento hitita. (N 40º 14’ 02.2’’ E 34º 41’ 48.5’’)







Siguiendo la carretera hacia la costa del Mar Negro llegamos a Amasya posiblemente la más bella ciudad interior de Anatolia.







El rio bordea la ciudad y a sus orillas se levantan majestuosas casas del siglo XIX, y en lo alto de las paredes rocosas aparecen las tumbas de los reyes de Ponto.







El más importante vestigio de la ciudad son las cinco tumbas que dominan la ciudadela. Fueron escavadas en la roca hacia el 280 a.C. siendo su acceso por un estrecho pasadizo.







Al caer la noche, con la iluminación se transforma la ciudadela en un espectáculo de luz y color.




Mapas del recorrido.








Filopensamientos y otras cosas………..

Cuando salgas hacia Ítaca, pide que el camino sea largo, no apresures tu viaje, que dure muchos años y cuando atraques en la isla, ya viejo y docto por lo aprendido en el camino, no esperes que Ítaca te enriquezca.

Ítaca te ha dado el viaje y aunque la encuentres pobre, no te ha engañado y así, ya sabio, sabrás lo que significan las Ítacas.

Constantin Karafis, poeta griego.