lunes, 20 de enero de 2014

Sudan, las huellas de su pasado.


De vuelta a Sudan después de las vacaciones navideñas en España, el camión seguía estando donde los dejamos y en perfectas condiciones.
Como queríamos subir hacia el norte por Arabia Saudita fuimos a su embajada a solicitar el visado. Solo nos pidieron una carta de presentación de nuestra embajada explicando nuestra situación y fotocopia de pasaportes, y así lo hicimos. Mientras se resolvía hicimos un poco de turismo por Jartum.
Nuestra primera visita fue a la catedral católica, ya que la marina esta justamente enfrente de ella.




Cerca también esta el museo de la república, una bonita construcción realizada con arenisca roja.




Para nosotros lo más interesante es el edificio en sí, una antigua iglesia anglicana construida en 1904.







Al estar en el centro de la ciudad también tenemos próximo el museo etnográfico. Pequeño, poco interesante y bastante destartalado.




En estos días también realizamos el mantenimiento del camión y su puesta a punto para seguir viaje. Con la camiseta de nuestro amigo Juanjo del Mingrano.




Seguimos sin tener noticias del visado así que aprovechamos unos días de fiesta  para salir de la ciudad.




En la carretera tenemos numerosos controles sin ningún contratiempo, Pero en el último antes de desviarnos  a las ruinas que queríamos ver, nos piden un permiso del ministerio de turismo que no llevamos y sin el cual no podemos acceder más al norte. Con mucha paciencia, un poco de suerte y bastante perseverancia, al final nos dan dos días para ver las ruinas y volver.




Nada más pasarlo nos desviamos hacia el desierto que se extiende a ambos lados de la carretera.




Un punto de GPS a 35 kilómetros nos guía por una pista que a ratos se difumina abriéndose en multitud de rodadas que después confluyen de nuevo a la principal.




Adentrándonos en esta tierra inhóspita  nos encontramos primitivas y austeras construcciones de los pastores que habitan por aquí.




Con el sol sobre el horizonte llegamos a la antigua ciudad de de Naqa.




Después de tantos días en la ciudad, la noche en el desierto con su silencio cubierto de estrellas, nos devuelve la serenidad perdida.
Esta ciudad fue construida por el rey Natakamani en el siglo primero de nuestra era. El templo del León es el primero que visitamos.







Los arqueólogos alemanes han estado 17 años escavando estas ruinas y reconstruyendo estos templos.







El templo de Amun está construido a la manera tradicional egipcia, siendo similar al de Karnak en Egipto.







No se entiende muy bien porque esta ciudad fue erigida a mas de 40 kilómetros de las riberas del Nilo, en un paramo tan seco, aunque la presencia de un pozo en el centro de las ruinas nos hace pensar que en otros tiempos fueron tierras fértiles.







Con la ayuda de los burros sacan los obres llenos de agua de un pozo que se hunde en la tierra a mas de 75 metros.







Con otro punto de GPS nos dirigimos a otras interesantes ruinas a unos 30 kilómetros.




La pista discurre por unas bastas planicies desprovistas de cualquier obstáculo, que nos parecieron perfectas para que Ana practicara con el camión.




Las ruinas de Musawwarat es un gran recinto amurallado de la cultura Meroitica, construido por el rey Apedemak.




Este conjunto arqueológico se extiende sobre una superficie de 55.000 m2.




Los arqueólogos alemanes siguen trabajando en esta ciudad perdida, ayudados por los escasos habitantes de la zona.







Próximo al recinto amurallado se encuentra el ya reconstruido templo del León erigido por el rey Arnekhamani en el 230 A.C.







El interior nos da una idea de la solemnidad que tuvo en sus días.




Aunque estas ruinas no tienen la espectacularidad de las de Egipto, el poder descubrirlas en soledad ha sido un gran placer.




De regreso a Jartum paramos en un pequeño pueblo a comprar pan. El panadero nos invito a pasar mientras que lo sacaba del horno de leña.




Como todavía no tenemos noticias del visado para Arabia, estos días visitamos la ciudad de Omdurmán, que se ha convertido en un barrio de Jartum. Fuimos a ver la casa del Califa.




Con su antiguo spa.




Cerca se encuentra la tumba de Mahdi. Uno de los pilares del islamismo en Sudan, a ella peregrinan los que no pueden ir a la Meca.




 Ya somos conocidos en la embajada de Arabia y después de veinte días sin respuesta del visado, decidimos sacar el de Egipto. Con la ayuda de nuestro amigo Tag conseguimos también el permiso del Ministerio de Turismo para acceder a los territorios del norte.




Dejamos atrás Jartum y nos dirigimos hacia Port Sudan.




Aproximadamente a 230 kilómetros de la capital se encuentran las ruinas de Meroe.




La ciudad de Meroe fue la antigua capital del imperio kursita alrededor del 270 A.C.




Lo que ahora visitamos es el cementerio real donde hay más de 100 pirámides, la mayoría de ellas en mal estado.




Son claramente de inspiración egipcia, pero diferentes a las de Giza, más pequeñas y más puntiagudas.




Otra diferencia importante es que en las egipcias la cámara mortuoria estaba en el interior de la pirámide, mientras que en estas se encuentra fuera en la pared orientada al sol naciente.







Muy poco se conserva de la decoración interior de las cámaras.




La decapitación de la mayoría de las pirámides se debe a la búsqueda de los tesoros que en la antigüedad pensaban que tenían. El italiano Giuseppe Ferlini en 1834, fue uno de los mayores destructores.




De nuevo la soledad nos acompaña en esta impresionante visita, cuando el sol comienza a amanecer iluminando las rojas arenas del desierto que nos circunda.




Mapas del recorrido.








Filopensamientos y otras cosas…………………


Sudán es una de esas naciones alejadas de nuestro entorno geográfico de las que poco o nada sabemos, tanto de su pasado histórico como de su nuevo presente.

Sudán evoca un cierto desasosiego, un peligro remoto, un país siniestro de seguridades inciertas.

Después de un mes recorriendo el país y conociendo a sus gentes, tenemos que poner en esta página, nuestro granito de arena para desmitificar lo anteriormente dicho. En pocos países en este continente nos hemos sentido más seguros y protegidos, la amabilidad, hospitalidad y simpatía de estas gentes son dignos de elogio.

Siempre con una sonrisa, con una palabra amable, dispuestos a ayudar sin esperar nada a cambio.



Nota informativa

Algunos seguidores de estas páginas nos han pedido que les expliquemos la forma de poner comentarios. Nuestro amigo Felix nos ha mandado estas instrucciones ya que lo conoce mejor que nosotros.

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