lunes, 29 de octubre de 2012

Zambia, en el corazón de África.


Anochecía cuando dejamos el paso fronterizo, no queríamos parar en su proximidad ya que no son zonas seguras para pasar la noche. Unos 20 km. después dimos con un pequeño camino que nos alejaba de la carretera ocultándonos entre la maleza.

 

 
Al día siguiente completamos los 70 km. que nos separaban de Livingstone y nos instalamos en un lodge próximo a las cataratas Victoria. Estos establecimientos disponen de habitaciones, cabañas y zonas de acampada, que son las que nosotros utilizamos.



La ciudad de Livingstone se crea en 1904 con la construcción del puente que une Zambia con Zimbabue en las cataratas Victoria.



David Livingstone es uno de los pocos exploradores europeos bien considerados por los africanos de hoy en día. Sus exploraciones legendarias del continente rozan el terreno de la ficción, aunque la misión de su vida fue acabar con el tráfico de esclavos.



Su descubrimiento más famoso tuvo lugar en 1855 al ver por primera vez las cataratas Victoria durante su épico viaje en barco por el rio Zambezi, una franja de 1,7 km. de largo y 108 m. de alto donde se vierten un millón de litros de agua por segundo.





Aunque no despertaron el interés de los europeos hasta la construcción de la vía férrea por Cecil Rhodes en 1905.



Qué duda cabe que puestos a elegir nos hubiera gustado más llegar en la época de Livingstone y no ahora que se han convertido en espectáculo turístico.  Los nativos las llamaban “el humo que truena” pero hoy en día lo único que ruge son la cantidad de helicópteros, avionetas y ultraligeros  que pasean a los visitantes en busca de la mejor panorámica.



Ya lo decía Kapuscinski, en su libro Ébano, “pocos sitios en el mundo se pueden ya contemplar en soledad”.



Hasta los monos se pasean impasibles entre tanto turista que invade su espectacular hábitat considerado como una de las sietes maravillas naturales del mundo, patrimonio de la humanidad.



Como estamos en la época seca, la parte de Zambia de las cascadas, resulta bastante menos espectacular que a su paso por Zimbabue.



Livingstone ofrece todo tipo de actividades lúdicas y deportivas, nosotros en este caso tuvimos la suerte de dar con el Livingstone Royal Golf, y en aquel martes por la mañana éramos los únicos jugadores.



Este antiguo club conserva ese aire rancio y decadente tan típico de la tradición inglesa, con sus viejos sillones de cuero y su chimenea tan fuera de lugar. Aunque el conjunto conserva la dignidad de un viejo noble.



Muchas veces nos quejamos de los precios de los parques, pero si esto ayuda a conservar la vida a los animales salvajes, merece la pena. Da mucho gusto estar acampado, rodeado de monos y que aparezca un elefante a comerse la hierba y a jugar con los aspersores.



Aunque el elefante no esté muy presentable para la foto, es muy significativa de su paseo por los jardines, antes de ser ahuyentado por el personal del lodge.



De Livingstone continuamos por carretera hasta Kalomo donde nos desviamos hacia el norte por una pista que nos conduciría a la entrada sur del Parque Nacional de Kafue.



Como todas las tardes cuando declina el sol buscamos un sitio donde acampar. Hoy un campo de futbol, al lado de un pozo donde las mujeres del entorno vienen a buscar agua, nos pareció adecuado.





En esta zona no existen los poblados como tales, son pequeños asentamientos familiares, junto a sus terrenos de cultivo.





Por la mañana andando seguimos las veredas que conducían a las chozas y visitamos varias de ellas, donde con su tradicional hospitalidad nos ofrecían una banqueta donde sentarnos y agua para beber.





En Zambia aunque se sigue  viviendo en chozas de barro y paja, encontramos avances y mejoras respecto a otros países que hemos conocido más al norte. Aquí todos cultivan maíz y algodón ayudados por bueyes y arados.



Tienen rebaños de cabras o vacas.



Gallinas de Guinea y lo que no habíamos visto hasta ahora, palomares y unas singulares jaulas para los patos. Nos sorprendió la variedad de animales domésticos que tienen para su consumo.





Seguimos la pista que nos conduce al parque.





El Parque Nacional de Kafue es el que se encuentra más próximo a nuestra entrada en Zambia y queremos recorrerlo de sur a norte.



Fue un gran error debido sobre todo al mal estado en que se encontraba la pista, con mucha arena donde el camión prácticamente no cabía en el camino e íbamos abriéndonos paso entre las ramas de los arboles. Eso sí, nos habían cobrado un extra por llevar un camión.



Este parque tiene una extensión equivalente al tamaño de Bélgica cubierto por un bosque de miombo y lo recorre de norte a sur el rio Kafue. Su mayor problema es la abundancia de mosca tse-tse, teníamos que ir con todo cerrado y a pesar de ello Ana sufrió las consecuencias.



Algunas zonas habían sido pasto de las llamas, incluso árboles caídos sobre el camino que nos impedían el paso y que tuvimos que apartar tirando desde el camión con una eslinga.



Los incendios en África son algo habitual, la mayoría son provocados para limpiar el soto monte y el rastrojo, aunque algunos son debidos a los rayos, pues en esta parte del continente las tormentas eléctricas son especialmente violentas.



Al salir del parque teníamos una sensación agridulce. La travesía había sido dura forzando en exceso al camión, pero ver animales en libertad y por una ruta donde muy pocos son los que se aventuran, compenso la balanza.





Zambia con su forma de ocho retorcido, es un país enorme, más o menos como Francia, Inglaterra e Irlanda juntas, con solo 12 millones de habitantes. Salvo su moderna capital Lusaka, en sus áreas rurales los campesinos siguen viviendo como hace cientos de años.







Los hombres se siguen reuniendo en la choza comunal.



Y algunas tiendas con su original diseño llaman la atención.



Seguimos rumbo a Lusaka, por una buena carretera, por la izquierda, con el inglés y el pan de molde.



Lusaka es la típica capital africana de 1,3 millones de habitantes, donde conviven las grandes avenidas con las calles polvorientas, altos edificios modernos con bulliciosos mercados y pobres suburbios.



A este continente le sobran muchas toneladas de plástico y algunos jóvenes de esta capital empiezan a tomar conciencia del problema con esta original escultura. 



Los días que estuvimos en la capital acampamos en “Eureka camping park”, una extensa granja a 10 km. al sur del centro de la ciudad.



Cuando salimos de España pensábamos que pronto encontraríamos otros camiones como el nuestro, nada más lejos de la realidad, los únicos que hemos visto fueron dos alemanes en Namibia, que los habían mandado en barco hasta Ciudad del Cabo.



El resto son camiones de turistas, con tracción a un solo eje, que recorren varios países del cono sur, entre Kenia y Namibia, con una duración de unos 20 días. En este camping coincidimos con algunos de ellos.



Algunos muy estudiados como este camión hotel, que no necesitan montar tiendas de campaña ya que dispone de veinte cabinas en tres pisos. La popa está destinada a la cocina. 



Este camping esta dentro de una gran finca que conserva animales salvajes en libertad.

 

Las más atrevidas fueron las cebras que venían comer la hierba fresca de la zona de acampada.







 Para terminar : Calce-team con choza, flores y cebra.



 
 

      Mapas del recorrido.





 

Filopensamientos y otras cosas……….

La vida es difícil para muchos zambianos, el 70% viven por debajo del umbral de la pobreza.

Por desgracia el sida constituye un gran problema, con uno de los índices más devastadoramente altos del mundo. Más de 1 de cada 7 adultos de Zambia están infectados por la enfermedad y se cobra suficientes vidas como para reducir la esperanza media de vida al nacer a poco más de 40 años.

También la malaria aquí es especialmente virulenta, dándose el tipo plasmodium folciparum, más conocida como malaria cerebral que produce la muerte en cinco días si no es tratada de inmediato.

Y por si fuera poco, en la época de lluvias el problema se incrementa con el cólera..……..