miércoles, 19 de septiembre de 2012

El Namib, el más antiguo de los desiertos.


Atrás dejamos Opuwo en el norte y con rumbo sur por una buena pista nos dirigimos hacia el desierto del Namib. Ahora cruzamos los bosques mixtos secos-húmedos del norte.




El camino siempre es más interesante que el destino en sí mismo. Esta vez en una pequeña aldea conocemos a este hombre que pastoreaba un rebaño de cabras y con el arco y las flechas envenenadas cazaba antílopes. Nos dejo impresionados con la puntería y distancia a las que lanzaba sus flechas.



Siguiendo la ruta  nos llamó la atención la construcción de estas chozas himbas y la cantidad de niños que allí vivían de tan solo tres familias. Aunque somos bien recibidos, siempre esperan una compensación, en este caso les dimos arroz.







Las pistas de Namibia están bien mantenidas y son las mejores que hemos encontrado en nuestro viaje.



En quinta, con una punta de acelerador, andamos entre 60 - 65 km/h que nos permite una conducción relajada para descubrir todo lo que acontece a nuestro alrededor.



Sesfontein es la primera población que encontramos en nuestra ruta, un paso entre altas montañas descubren un llano arbolado, donde se asientan unas diseminadas casas alrededor de una tienda almacén. 









En el volvemos a encontrar a estas mujeres que aunque conviven con las himbas son el polo opuesto en su vestimenta.



Después de un año cruzando África, era impensable para nosotros que podríamos encontrar animales salvajes a nuestro paso, fuera de los parques.







Conforme vamos bajando el paisaje se transforma y el arbolado va dejando paso al desierto.



Cerca de nuestra ruta visitamos el “bosque petrificado”.



Estas coníferas, que en la actualidad no existen en África, tienen una antigüedad de 260 millones de años. Que insignificante es nuestra existencia y cuanto necesitamos para tan corto camino.



Dirección este vamos buscando la puerta de entrada a la Costa de los Esqueletos.



Este país es increíble, todos los días nos sorprende con nuevos animales que encontramos a nuestro paso. Como esta familia de jirafas que se nos cruzó en la pista.





Después de unos cuantos días y 516 km. de pista llegamos a Springbok Gate.



La puerta más al norte por la que se puede acceder a la Costa de los Esqueletos en el desierto de Namib.



El Namib se nos presenta con esa magnitud abrumadora y vacía que tienen los desiertos, donde la belleza se ve más con el corazón que con los ojos, sobre todo para los que amamos estos pequeños espacios infinitos.



Pero esta naturaleza inhóspita y dura, todavía sigue generando vida.





Unos kilómetros antes de llegar al mar, vemos venir por el horizonte un muro de niebla y antes de llegar a él la temperatura cae en picado y tenemos que parar y abrigarnos.





Nos dan permiso para cruzar los 150 km. de zona protegida, pero antes de la puesta del sol tenemos que estar saliendo por la puerta sur.





No pudimos evitar hacer una pequeña excursión por el desierto buscando la playa a dos kilómetros de la pista.







Paramos a comer en un pequeño lago separado por una barrera de arena del mar. En el lago flamencos y en la playa miles de cormoranes.







La Costa de los Esqueletos debe su nombre a los barcos que allí naufragaban y a la horrorosa muerte que encontraban sus marineros al dar con este árido y yermo desierto. Los primeros navegantes portugueses la llamaron “ as areias do inferno” ( las arenas del infierno)



La espuma pensamos que se debe a la cantidad de placton que hay en estas  aguas.



“Si el infierno tiene un escudo de armas, es probable que se parezca a la entrada del parque de Skeleton Coast”. Sobre todo si el viento azota la arena y está entrando la niebla.



En la playa, rodeados de este desierto, pasamos las noches más solitarias y mágicas de todo nuestro recorrido por Namibia.





Dos días después llegamos a Cabo Cross, a la reserva de lobos marinos, donde gracias  a la abundancia de peces de la fría corriente de Benguela se concentran más de cien mil ejemplares.









Siguiendo por las playas hacia el sur vemos, que esta costa baja y arenosa sin protección para la navegación, sigue atrapando barcos.



En Swakopmund termina la Costa de los Esqueletos y es la única ciudad importante que encontramos desde nuestra salida de Opuwo, 800 km. al norte.



Aquí se tiene la sensación de estar paseando por una ciudad alemana, con construcciones más típicas del Báltico que de África. Además la corriente fría de Benguela que viene del Antártico contribuye a esta sensación.



Vamos a tener que abrir una nueva sección que titularíamos “Españoles por nuestro mundo”. En esta ciudad conocimos a dos guapas canarias, que ni más ni menos, están trabajando para la Warner Bross en la película Mad Max 4, que se está rodando en el desierto de Namib. Ellas son las encargadas de organizar el transporte de la producción.

Desde aquí queremos darles las gracias por lo bien que se portaron con nosotros.





Lo más gracioso es que llegábamos a esta ciudad con un pinchazo en una rueda y gracias a ellas la Warner Bross se hizo cargo de la reparación.



Bajamos unos pocos kilómetros más al sur a Walvis Bay para ver los flamencos que habitan en la laguna junto al mar.







Con esta puesta de sol dejamos la costa Atlántica que durante este año ha sido nuestra compañera de viaje. Las próximas playas que visitaremos estarán bañadas por el Índico. In Sha La



  Mapas del recorrido




 

Filopensamientos y otras cosas……………………

Namibia es uno de los países más jóvenes de África, tiene una extensión que casi duplica a la de España, con solo dos millones de habitantes. Goza de un prospero desarrollo donde el turismo ocupa un papel destacado.

Es un país predominantemente árido encajonado entre los desiertos de Namib y Kalahari cuyas tierras vacías y desoladas abruman.

Pero Namibia es sobre todo esos paisajes africanos rebosantes de animales con unos hermosos cielos azules sobre amplios horizontes y silenciosos parajes.