viernes, 7 de octubre de 2011

Hacia la frontera mauritana


Después de playa Blanca pasamos por TamTam , con su simpática rotonda de los camellos.

Seguimos costeando hacia el Laayoune, 300 kilómetros más al sur









                                                Entramos en el Laayoune por una sorprendente carretera de dos carriles, más propia de una ciudad europea y no de una del desierto donde las palas excavadoras tienen que trabajar constantemente quitando la arena que invade el asfalto.

Aqui aprovechamos para lavar el camión y endulzarlo y para repostar gasoil, que nos sorprendió muy gratamente su precio. Por el norte de Marruecos lo habíamos comprado entre 0,72 a 0,74 ctm. de euro el litro y de Laayoune hacia la frontera de Mauritania está a 0,50 euros/litro.
Algo más difícil nos resultó rellenar el depósito de agua dulce, pues aquí el agua es escasa y en las gasolineras no es potable, así que tuvimos que ir por la ciudad buscando los camiones cisterna que aquí se utilizan para llenar los aljibes y los depósitos de las casas.

                                                           De Laayoune vamos hacia Dakhla 520 kilómetros más.     







El primer pueblo intermedio que pasamos Boudjdour con este espectacular pórtico de entrada .


Unos kilómetros pasada la ciudad descendimos por una pista hacia la playa buscando un lugar como siempre apartado y discreto para pasar la noche.

Al día siguiente paseando pos la playa nos encontramos con unos saharauis que se dedican a recolectar un tipo de alga que según nos contaron, la mandan a Tenerife y de allí a Japón y de la cual se obtiene un tipo de plástico. Nos quedamos muy sorprendidos de la transformación de una planta natural en algo tan artificial.

Después nos dirigimos a un pozo cercano donde otros saharauis ( que por cierto hablan un español correctísimo y sin ningún tipo de acento) estaban dando de beber a su manada de dromedarios.
El agua la mezclan con harina de trigo para que se alimenten a la vez. Según nos dijo el pastor vienen cada diez días y beben toda el agua que quieren hasta que se sacian que como pudimos comprobar hacen falta muchos cubos para que un dromedario este lleno. Después pueden llegar a estar sin beber agua hasta tres meses.

La carretera hasta Dagkla, antigua Villa Cisneros, discurre paralela a la costa. Así descubrimos alguna aldea de pescadores. Nos parecio muy extraño al recorrerla que solo estaba habitada por hombres. Ni mujeres ni niños por alli habia correteando.

Conforme bajamos hacia el sur el desierto se nos muestra con toda su grandeza y dureza, la vista desaparece en el horizonte hacia un lado y otro de la carretera y solo el vacio y la soledad llenan el espacio. Despues de cientos de kilometros una manada de dromedarios cruzan nuestra proa.


Conforme nos acercamos a Dagkla los controles de policía se hacen más continuos, menos mal que llevamos hecha la ficha con todos nuestros datos, lo cual acelera bastante la parada.
Las veces anteriores que hemos pasado por esta ciudad han sido para realizar los trámites para el paso de la frontera mauritana y nunca le dedicamos nada de tiempo. En esta ocasión hemos recorrido la estrecha  península que se adentra más de cuarenta kilómetros hacia el mar, sorprendiéndonos con sus playas y sus pistas de arena roja al borde de los acantilados.



Otra cosa que hemos aprendido en Dagkla es coger  navajas, que aunque parece una tontería hay que descubrirlo. Cuando baja la marea en playas muy llanas, como aqui que la mar desciende casi un kiloñetro, ponemos sal en unos pequeños agujeritos en la arena y entonces hay que vigilar hasta que la navaja sube a por la sal, momento en el cual le echamos mano. No tenemos fotos porque una vez llevamos la maquina y otra la sal.

Camino de la frontera nos encontramos con una manada de dromedarios que abrevaban en un pozo próximo a la carretera. El dueño, un viejo saharaui, nos contó que él sirvió muchos años en el ejército español como guía de las tropas nómada, aquellos legendarios soldados que su uniforme era de color garbanzo y como ropa de abrigo portaban capas de distintos colores según su regimiento.

También nos sorprende descubrir pequeños pueblos construidos recientemente a orillas de la carretera que permanecen totalmente deshabitados.


Buscando un lugar para dormir, a menos de cien kilómetros de la frontera pero lejos de la carretera y próximos al mar, nos adentramos por una pista que nos llevó al final a un         control militar  en una bonita playa donde había dos barcos varados.

Da pena la visión de estos barcos atrapados por la playa, que terribles circunstancias se darían…….. ¿habrá sido un temporal, un fallo de máquinas, una via de agua….?    ¿ qué sería de sus tripulantes…….

Cruzando los últimos kilómetros del Sahara Occidental, la costa atlántica nos sigue sorprendiendo por su belleza.

En la frontera llenamos de gasoil a tope pues según la información que tenemos en Mauritania es más caro. Cuando nos dirigimos a pasar los controles, a las seis de la tarde, nos dicen que la frontera está cerrada hasta el día siguiente a las nueve, así que mucha tranquilidad y mañana pasaremos.




4 comentarios:

  1. Hace diez años que tuve la suerte de compartir con vosotros, entre otros, el recorrido de esta etapa. Gracias por recordarme ese viaje, en este momento. Un abrazo

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  2. Saludos desde Cartagena. En una reciente cena del Fogón de Perín me comentaron la existencia de este blogs y hoy, por fin, Antonio García me ha facilitado la dirección. A partir de este momento me sentiré honrado si me admitís entre vuestros seguidores cibernaúticos. Un abrazo desde la Calle Jiménez de la Espada de Cartagena (desde que existe internet el mundo es un confeti......, antes era un pañuelo). Un abrazo. José Vicente.

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  3. Las fotos siguen siendo UNA PASADA!!!además aprendemos un monton de cosas,desde el precio de la gasolina hasta como comen y beben los camellos,por supuesto para mí, las fotos de los barcos de pesca todos azules....Un abrazo muy fuerte.Bonanza

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