viernes, 28 de octubre de 2011

Senegal. De San Luis a Dakar


La frontera de Senegal esta inmediatamente después de pasar la presa de Diama en uno de los ramales del rio Senegal y como en todas las fronteras a pagar y a sacarte los cuartos. Por el paso de la presa 20€, policía 10€, aduana 10€, seguro obligatorio de un mes 50€ más tres horas de registro, papeleos y mucho marear la perdiz………..

Sesenta y cinco kilómetros después de una buena carretera bordeada de acacias llegamos a la ciudad de San Luis. Esta ciudad fue fundada en el año 1600 y se le puso el nombre del monarca que reinaba en ese momento en Francia. Está dividida en tres partes la continental que es la más reciente, la antigua y colonial, que se asienta en una isla en el centro del rio Senegal y que se accede a ella por un largo puente de hierro construido por Eiffel y la tercera es una barrera de arena entre el rio y el mar, donde están los barrios de pescadores.
En la parte continental  es donde están los mercados y comercios y por lo tanto donde está el bullicio. También es donde más cuidado hay que tener por los posibles robos.
 
                   
San Luis isla tiene una extensión de 400 m de ancho por 2 km. de largo, la estructura de sus calles forman una cuadricula perfecta, de casas coloniales con balconadas de hierro y obra, que recuerdan a la Habana.


Al principio de la barrera de arena se asienta el barrio de los pescadores, una amalgama de barcos, secaderos de pescado, corrales de ganado, casas y chabolas y niños, muchos niños, niños por todas partes. Aquí viven hacinadas unas 40.000 personas.








Después del barrio de pescadores hay una zona de playa dedicada a hoteles, restaurantes, camping…y mezclados con estos unas casas y asentamientos hippies. La lengua de arena se prolonga todavía más de treinta kilómetros, nos recuerda a la Manga en sus tiempos  más salvajes. Aquí la han protegido convirtiéndola en Parque Natural.

Nosotros estuvimos unos días con el camión aparcado en uno de estos pequeños hoteles.
Desde que cruzamos el rio Senegal el paisaje ha cambiado radicalmente, de aquellas extensiones de arena que se perdían en el horizonte al norte de este rio, hemos pasado a una verde sabana salpicada de acacias, eucaliptos, mangos  y para nosotros los primeros y sorprendentes baobabs.







Todos los días avanzamos unos kilómetros hacia un posible destino, normalmente desconocido y que no esté más allá de 100 kilómetros. Lo que nos permite ir despacio y parando cada vez que algo nos llama la atención. Así por la carretera dimos con este imprevisto mercado, las mujeres con sus cestos, telas, frutas y verduras situadas en la parte derecha de la  carretera y a la izquierda los hombres con el ganado, caballos, burros, vacas y corderos, muchos corderos pues estamos próximos a la Tabaski, para nosotros  la fiesta del cordero.








Con el ganadero de la siguiente foto se estableció una conversación respecto a los toros, él en su idioma wolof y Evaristo en perfecto murcianico. Que estos toros tenían cuernos muy grandes pero los realmente peligrosos eran los españoles y se lo demostró cogiendo un trapo y dándole unos pases, una verónica,  uno de pecho……al final creo que entro a matar con un palo que por allí había. Bueno cuando yo llegue un puñado de hombres rodeaban a Evaristo todos muertos de risa.


Al día siguiente dormimos en la plaza de Lompoul un pueblecito costero, donde sus habitantes, según su etnia se dedica a la pesca, a la agricultura o a la ganadería.

Allí conocimos a Madu que ha creado un albergue escuela para los niños de la calle, una de las chozas era la escuela coránico, en otra era donde dormían y en otra tenían aislados por unos días a los niños que acababan de ser circuncidados.


Con el visitamos también los campos donde se cultiva prácticamente sobre arena, lo cual les obliga a estar regándolos continuamente.


Es difícil encontrar una carretera en buen estado, sería preferible una pista de tierra, pues en el asfalto o se han creado unos agujeros en el centro o las orillas se van rompiendo quedando unos escalones laterales muy peligrosos, sobre todo cuando te cruzas con otro vehículo.

Pero estas siempre nos llevan a dar con los bulliciosos pueblos senegaleses  que con sus mercados invaden hasta la carretera principal y para nosotros era difícil saber por dónde teníamos que continuar como se ve en estas fotos.


Conforme vamos hacia el sur el agua es más abundante y los campos de cultivo se hacen más extensos.

                   
Antes de llegar a Dakar pasamos por una carretera horrible que nos obligaba a circular a paso de tortuga, pues los baches eran auténticos socavones y todo para conocer el mítico Lago Rosa, final de tantas ediciones del Paris-Dakar.
La decepción no pudo ser mayor, paisajísticamente no es gran cosa y los hoteles y campamentos que en su día tuvieron que tener un cierto esplendor ahora son decadentes.




Filosopensamientos y otras cosas
Que mal lo hemos hecho en África.
Un sentimiento de pena nos invade inevitablemente al visitar y conocer aldeas y poblados en donde sus gentes carecen de lo más elemental, para lo que nosotros entendemos como una vida aceptable, y caemos en el error de convertirnos en improvisadas y solidarias ONG para justificar nuestro sentimiento de culpa ante tal disparatada diferencia de nivel de vida.
Esto nos lleva en el siguiente paso a creernos que somos los Reyes magos y Papa Noel juntos y empezamos a repartir camisetas, bolígrafos, caramelos…..y terminamos dando dinero. Todo esto sin pedir ninguna compensación a cambio.
El resultado de este proceso es que no hay una sola persona, no ya solo los niños, que no te exijan que les des algo. Si eres turista y blanco dejas de ser persona y pasas a ser un ente al que explotar. Esto hace que la vida del viajero sea muy difícil pues al final todo el que se acerca es por lo mismo.

jueves, 20 de octubre de 2011

De Nuakchot a la frontera con Senegal

Nuakchot esta en el aire
Un aire suspendido en cinco llamadas a la oración
Porque Nuakchot es mora, es blanca y es negra…………

Así comenzaba un poema que nos leyó un cooperante español hace diez años cuando pasamos por aquí el grupo Al Tum Tum, en una cena en el restaurante de la senegalesa de la capital mauritana.
Aunque hace diez años de nuestro último paso por aquí, la ciudad la encontramos igual que entonces, edificios a medio construir, basura y arena que lo invaden todo, la circulación cautica y en los mercados tradicionales el mismo balamio de siempre.





Aquí nos quedamos en el albergue Menata, que está en centro de la ciudad y nos permitía ir andando a todas partes.

Quizás el lugar más atractivo de esta ciudad sea la playa donde cientos de barcas de pesca y miles de personas se congregan cada día como si de una fiesta se tratara. La pesca es su mayor fuente de ingresos y de esta alegría participa todo el pueblo.









La mayoría de los barcos vienen cargados hasta los topes de pescado y se descargan en la orilla. De allí a la lonja los porteadores tienen que cruzar toda la playa. Aquí parecen tener un acuerdo tácito, siempre que el robo no sea exagerado, entre los armadores, pescadores, policías y ladrones.
El pecado se traslada en cajas que se llevan en la cabeza, en una de las fotos se ve como los ladronzuelos, muy hábiles y muy rápidos, hacen saltar el pescado con una caña al suelo, momento que otro compinche esta preparado para recogerlo rápidamente.






Al terminar los barcos son arrastrados pendiente arriba de la playa fuera del alcance de la marea.



Hacia el sur siguiendo la carretera de la costa van surgiendo multitud de pequeños poblados con una infraestructura sumamente pobre, de calles llenas de arena, unas casitas de una sola habitación, cuadradas y pequeñas, que alternan a la vez con jaimas y pequeñas tiendas donde casi no cabe el dueño. Y en medio de todo esto la omnipresente mezquita.




Durante el día el calor nos agobia tanto que casi inconscientemente buscamos refugio en la brisa del mar que suaviza la temperatura y las noches las hace más llevaderas.
Ya caía la tarde cuando dimos con la pista que nos llevaría al mar, así que los últimos 30 kilómetros los hicimos con noche ya cerrada. Menos mal que la pista ancha y buena nos permitía ir a buen ritmo, gracias también a la buena luz que nos suministraban los faros adicionales de largo alcance.
Esta carretera de tierra terminaba en la misma playa, donde se asentaba un poblado de pescadores, sin ni siquiera una pequeña luz que iluminara el balamío que allí encontramos de gente, barcos, secaderos de pescado y las tiendas improvisadas donde ellos viven. Así que como las posibilidades de maniobra eran muy pocas, nos apartamos unos metros a un lado, pues todo lo que nos rodea es arena y nos dispusimos a pasar la noche sin pensar mucho más en lo que nos rodeaba.
La noche todo lo magnifica y surgen los miedos ante lo desconocido, pero al amanecer un nuevo día todo esto desaparece convirtiendo la ficción en la realidad de un pobre poblado de pescadores.






Sorprendentemente la cooperación española había construido una lonja con cámaras frigoríficas y distintas dependencias, que pensamos que no se habían utilizado en la vida y estaban totalmente inservibles, solo quedaba el edificio. Menos mal que una pequeña habitación la habían habilitado como escuela.

Como en todos los poblados de pescadores desde Nuakchot las playas se llenan de colorido y vida con la llegada de los barcos.






Ciento cincuenta kilómetros de pista nos llevan a la frontera con Senegal por el paso de la presa de Diama.


Atrás van quedando los últimos asentamientos nómadas y pequeños pueblos dispersos.






La pista cruza el Parque Nacional de Diawling, allí donde la frontera la conforma el rio Senegal, cambiando el desierto árido por zonas anegadas y pantanosas de agua. Convirtiendo esta zona en un paraíso para aves, reptiles y algunos mamíferos que en varias ocasiones tuvimos la suerte de contemplar muy de cerca.


Pensamos pasar la última noche en el pueblo de Diama y buscándolo nos dimos de narices con la frontera, así que pasamos esa noche con la policía. A la mañana siguiente negociamos el precio del gasoil, ya que esperábamos encontrar una gasolinera y allí lo único que había era un contenedor donde estaban los de aduanas y dos insignificantes tiendas que entre otras cosas vendían gasoil en bidones.


Vista panorámica de la frontera.


Filosopensamientos y otras cosas
Mauritania es uno de los países más pobres del mundo, la industria prácticamente no existe, la ganadería y la agricultura son de subsistencia y aunque es rica en pesca no dispone de los recursos adecuados para explotarla. El turismo a pequeña escala empezaba a expandirse por todo el territorio, una red de camping, albergues y pequeños hoteles florecía creando puestos de trabajo y llevando una cierta esperanza de vida a lugares donde antes solo había arena, unas cuantas cabras y algún camello.
Pero a raíz del secuestro de los españoles el turismo ha caído en picado, se pueden contar con los dedos de una mano los pocos que nos hemos encontrado a lo largo de todo el país. Por otro lado allá por donde pasábamos había instalaciones turísticas cerradas, abandonadas o en ruinas.
Nuestra experiencia en el paso por el país ha sido de bastante seguridad con muchiiisimos controles de policía que llegaban a desesperarte.